Algunos Temas Fundamentales De la Doctrina de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional
- Introducción
- La Existencia del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
- El padre
- El hijo
- El Espíritu Santo
- La Biblia como la Palabra Escrita de Dios
- Existencia y Valor del Ministerio Llamado y Escogido por Dios
- El Rol de la Mujer en la Iglesia
- Una Iglesia Universal para Todos
- El Bautismo en Agua
- El Bautismo en el Espíritu Santo
- Dones Espirituales e Imposición de las Manos
- El Don de la Profecía
- El Cambio de Vida
- Resurrección y No Reencarnación
- La Bendición de la Vida Eterna
Introducción
La Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, nació en el año de 1972 como Iglesia Cristiana, practicante de la Biblia, guiada por el Espíritu Santo, en la que se manifiestan los dones espirituales, especialmente el don de la Profecía.
En la primera profecía dada por el Espíritu Santo mediante la hermana María Luisa Piraquive, ese mismo año, a su entonces esposo Luis Eduardo Moreno, Dios hizo, entre otras, las siguientes promesas:
“De este pequeño redil levantaré una obra muy grande donde me manifestaré, prosperaré y traeré las almas; les enseñaré Doctrina y los usaré, les daré todos los dones espirituales y los respaldaré, mi obra crecerá por el mundo, yo la levantaré, yo mismo la dirigiré y la gobernaré”.
“En cualquier lugar donde se encuentre un alma sincera la traeré a este lugar, les daré paz, gozo y felicidad. Unos desearán unirse, aún vendrán de otras congregaciones y se unirán a la Iglesia”
“Toda persona que entre a mi lugar será bendecida espiritual y materialmente, mucha gente se convertirá, les enseñaré mi Doctrina, mi camino de salvación, les daré revelaciones y respaldaré vuestras palabras“.
“Mi Espíritu los guiará, y les enseñará todas las cosas”
Desde aquel entonces, y hasta este día, de manera ininterrumpida, todas estas promesas se han estado cumpliendo, las personas han tenido la oportunidad de oír a Dios a través del don de la profecía, junto con hermosas experiencias donde Él las guía, también, por medio de visiones y sueños, además de las revelaciones de Dios, y el don de discernimiento.
La Biblia dice en 2 de Corintios 3, “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”, y este verso se cumple en la Iglesia, pues quienes participan de ella pueden comprobar que la obra la hace directamente Dios, y no los hombres, por lo tanto, sin ninguna presión, persecución, sin obligarle nada a nadie, antes bien, con Libertad, voluntariamente y poco a poco, con reverencia, amor a Dios y temor de Dios, el Señor mismo va haciendo su obra en cada creyente, le enseña, escribe en sus corazones sus mandamientos, y todo redunda en bendición y vida nueva para el que cree.
17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Quienes asisten a la IDMJI disfrutan del poder de Dios en sus corazones, cambian a una mejor manera de vivir, son transformados de sus vicios y defectos, han sido bendecidos en los aspectos materiales de sus vidas, pero ante todo, han sido llenos del gozo, la confianza, la alegría y la paz que solo Dios puede conceder.
Luego de más de 4 décadas disfrutando de esta manifestación, es maravilloso contemplar el crecimiento de la Iglesia. Existen hoy en día cerca de 1000 lugares de congregación por todo el mundo, en los cuales cientos de miles de personas disfrutan permanentemente del Evangelio completo, del Reino de los Cielos, del Dios viviente que guía a su pueblo.
La Existencia del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
El padre
Refiriéndose al Padre, la Biblia, por citar sólo uno de los muchos ejemplos, lo destaca de hermosa manera, con toda poesía y belleza, como el Anciano de Días, en Daniel 7.
9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él;
O cómo no recordar la visión de Isaías, que en su capítulo 6, nos relata el momento en el que recibió el llamamiento de Dios, no autoproclamándose profeta del Señor, sino siendo tomado por el Señor, a iniciativa de Él, para poner en Isaías Sus Palabras.
1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Ese es Dios, Jehová es su Nombre, Jehová de los Ejércitos, el Poderoso en batalla, el Fuerte, el Sublime Dios, el único Dios, y ninguno hay como él, tal cual lo expresa Isaías en su capítulo 44.
8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.
El hijo
Con Dios, en el Principio, estaba el Hijo, en toda la creación de lo que hoy ven nuestros ojos. En Génesis 1 así se observa, cuando refiriéndose espiritualmente a la Luz, que posteriormente habría de tomar carne, en nuestro Señor Jesucristo, dice:
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
No se trata de la luz material que llega a nosotros primeramente desde el sol, porque de ésta, más adelante, en el verso 18 del mismo capítulo, habla en estos términos:
18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Y esto es corroborado cuando en Juan 1, la Biblia también lo señala:
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Se trata entonces de un Plan establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo, cuando espiritualmente, entre el Padre y el Hijo, ya estaba concertado un papel, un pacto entre ellos, para darnos acceso a la salvación, a la vida eterna, según su Obra Redentora en la cruz del Calvario.
Todo el capítulo 53 del libro de Isaías profeta, es dedicado a la Obra Redentora de nuestro Señor Jesucristo, anunciada, anhelada y consumada en quienes, con temor de Jehová, le vieron y creyeron en la merced del Altísimo por medio del Salvador.
1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? 2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
Y también en el Salmo 40 así lo confirma la Palabra escrita de Dios.
7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí;
Así pues, siendo como es, el Unigénito del Padre, se dio a sí mismo por nosotros, para darnos acceso a esta Salvación tan grande, tal cual como lo refiere el Evangelio según Juan, en su capítulo 3.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Mas por medio de Él hay salvación, como hemos dicho, pero para alcanzar tal merced de parte de Dios, es preciso creer en Él, creerle a Él, pero en realidad de verdad, aunque parezca cosa sencilla, no lo es tanto, y no puede entonces resultar cierto que todos lograrán el preciado resultado, pues si así fuera, y si el Altísimo no rechazare a quienes han hecho lo malo, y éstos, quedando destituidos de la Gloria de Dios, recibieren el mismo pago de vida eterna, mas no el de condenación eterna, no diría la Biblia lo que aquí acaba de citarse.
Sin duda, Dios quiere que la Salvación de los seres, pero de entre todos, la alcanzarán quienes hagan lo bueno, quienes sean los verdaderos hijos de Dios, quienes, una vez partan de este mundo, resulten aprobados y comprobados, como parte de la Iglesia del Dios Soberano, y sean parte activa e integrante de las Bodas del Cordero.
Vistas así las cosas, no puede entonces descartarse; como la Escritura no lo hace, pero algunos, equivocadamente, sí lo creen; la expectativa de condenación eterna, no sólo para el diablo, cuya existencia también es evidente, sino para los que le ayudan, y para todos los artífices de las obras infructuosas de las tinieblas, de las cuales, los que temen y aman a Dios, deben apartarse y huir.
Es por ello que el Señor Jesucristo, en Mateo 25, claramente hace diferencia entre ovejas y cabritos, entre los que están a la derecha y lo que están a la izquierda, entre los que irán a castigo eterno y los que alcanzarán vida eterna.
31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey diráa los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
El Espíritu Santo
De Él entonces, de nuestro Señor Jesucristo, se desprende la promesa de la venida del Espíritu Santo, del Consolador, como se lee en Juan 15.
26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
No obstante se trata de un compromiso que ya estaba escrito en los propósitos de Dios, y que se concierta en el Nuevo Pacto, para que de este modo, se dé cumplimiento en este tiempo, en la Iglesia, a la promesa hecha por medio del profeta Joel en su capítulo 2.
28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Se vivió pues, en medio de la fiesta de pentecostés, cuando cumpliendo el Señor su palabra; y siempre que Dios habla, cumple; descendió el Espíritu, con poder, en medio de los 120 que estaban congregados en el aposento alto, según refiere la Escritura en el capítulo 2 de Hechos de los Apóstoles.
1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Se hace pues evidente y esplendorosa la Obra Gloriosa del Espíritu Santo. Es cierto que había actuado, como Dios mismo, en otros momentos de la humanidad y de la Iglesia, pero a partir de ese día, su función en medio de los hombres adquirió otra connotación.
El Espíritu Santo se hace evidente en medio de la Iglesia, principalmente, guiándola, porque no siendo los hombres, las personas que orientan la obra del Señor, sino Él mismo, se demuestra, Dios mismo lo demuestra, que la Obra es de Dios, del Creador, y no de la criatura.
Por eso en Romanos 8 habla con precisión acerca de esa Guianza.
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Su presencia en medio de nosotros, Su presencia en medio de la Iglesia, da fe de la verdad de la Obra de nuestro Señor Jesucristo, por tanto, de la existencia de Dios mismo, siendo el Espíritu Santo, un solo Dios con el Padre y el Hijo, como se observa en 1 de Juan 5.
6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. 7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno
Como quiera que la Iglesia es guiada, dirigida y gobernada por Dios, por medio de Su Santo Espíritu, muchas son las funciones que Él realiza hoy en medio de nosotros, y que se hacen evidentes todos los días, en diversos lugares del mundo.
Por ejemplo, el bautismo en el Espíritu Santo, que es al mismo tiempo prueba fehaciente de la existencia y primera venida del Señor Jesucristo, como lo declaró Juan el Bautista, en Mateo capítulo 3.
11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Sobre esta merced y realidad de recibir el bautismo con el Espíritu Santo, lo cual significa que Dios, por medio de su Espíritu, entre a morar en nuestro corazón, y del valor de la imposición de manos para que venga a nosotros esta bendición, realidad que está presente en medio de la Iglesia, también vale la pena tener presente lo que señala el capítulo 8 de Hechos.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
Esta hermosa verdad, también la refiere el Apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, en su capítulo 5, usando de términos más poéticos, pero que en definitiva indican acerca de la misma bendición de la que venimos hablando.
5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado
Además de morar en nosotros, nos permite vivir la llenura con él, así como sucedió con el Apóstol Pedro, que habiendo ya recibido el Espíritu Santo, dice la Escritura que “fue lleno”, en el momento específico que lo necesitó, para dirigirse a los gobernantes del pueblo que los interrogaban y referirles las maravillas del Señor, sus planes y sus propósitos. Así lo enseña el libro de Hechos de los Apóstoles, en su capítulo 4.
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
El Espíritu Santo, también se encarga de que la predicación del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia, sea puesto en evidencia, no sólo con la palabras que se emitan al respecto, bien desde un púlpito, bien diariamente con el ejemplo de vida de los Hijos de Dios, sino que tal predicación, sea acompañada permanentemente, de la demostración de Espíritu y de Poder. Así puede notarse en 1 de Tesalonicenses 1.
5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.
O también en 1 de Corintios 2, en los siguientes términos.
4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder
Una vez viene sobre el ser humano el bautismo en el Espíritu Santo, también por el mismo Espíritu, se despiertan y empiezan a operar en el ser los dones espirituales que Dios ha puesto en la persona. Además del hablar en lenguas, que como hemos dicho, es la señal inequívoca de haber recibido tal bendición, bien puede ocurrir que en el mismo momento se hagan evidentes otros dones espirituales, como el don de profecía, como se ve en el capítulo 19 de Hechos, o también puede suceder que tales manifestaciones se den más adelante, en momentos separados para el creyente.
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Eran por todos unos doce hombres.
Aunque lo que hasta aquí se ha dicho sobre el Espíritu Santo es una verdad hermosa, sigue siendo poco, pues a la luz de la Biblia y de la Doctrina, los ejemplos son incontables.
No obstante, es preciso que se mencione el protagonismo de la Obra Gloriosa del Espíritu Santo en nuestras vidas, que operando un milagro, nos ayuda a cambiar nuestra mala manera de vivir, y transforma nuestros corazones, para que agrademos a Dios en todo, y lo amemos con un corazón sincero. Basta entonces recordar lo que en Tito, capítulo 3, señala la Biblia.
4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
La Biblia como la Palabra Escrita de Dios
Otro punto esencial en la Iglesia, consiste en apreciar y valorar la Biblia, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, en su calidad de Palabra Escrita de Dios. Entendemos que Ella fue inspirada por Dios, y que independientemente de quiénes fueron los autores materiales de cada libro a través del tiempo, sólo es Uno el autor intelectual de toda la Escritura: Dios mismo.
Abrazamos la enseñanza que sobre este asunto, le diera el Apóstol Pablo a Timoteo, en el capítulo 3 de su Segunda Carta.
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
En este punto cabe también resaltar la manera cómo se hace manifiesta la Obra Gloriosa del Espíritu Santo en relación con la Biblia, la cual fue destacada claramente por nuestro Señor Jesucristo, quien, según el libro de Juan en su capítulo 16, enseñó:
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Dando a entender que si bien se contaba ya con la palabra escrita de Dios, Él mismo, como autor, y por lo tanto, intérprete con autoridad, clarificaría respecto de Ella todo concepto y Doctrina, a quien él quisiere revelársela, por medio del Espíritu Santo, quien manifestándose, guiaría a toda la verdad.
De esta manera, es pues el Espíritu Santo quien haciendo su obra en cada creyente, va grabando uno a uno los mandamientos de Dios, les va dando vida, en nuestras vidas. Coloca sus fundamentos en nuestras mentes, en nuestros corazones.
Encontramos entonces que se da cumplimiento en la Iglesia, lo previsto por el Señor aún desde la antigüedad en el capítulo 31 de Jeremías.
33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Asunto que también se deja ver con un hermoso lenguaje, cuando el Dios de los Cielos, en el Salmo 119, exalta en muchos versos el valor de los mandamientos de Dios, y su resultado en la vida del creyente, cuando éste medita en ellos de manera constante, y se deleita en las prescripciones de Dios.
97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo.
99 Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación.
100 Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;
Son estas las evidencias entonces de lo que el apóstol Pablo enseñó en 2 de Corintios, cuando explicaba que el Espíritu Santo vivifica la escritura en nosotros, pasando entonces a convertirse, también en una realidad en nuestras vidas, pasajes como los que encontramos en otros apartes, también del mismo salmo 119.
49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.
50 Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.
92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia,Ya en mi aflicción hubiera perecido.
93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado.
94 Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos.
Existencia y Valor del Ministerio Llamado y Escogido por Dios
El apóstol Pablo, refiriéndose a la Iglesia, y dirigiéndose a Ella misma, resaltaba la importancia y el valor del fundamento puesto por Dios mediante apóstoles y profetas, y cómo el Señor por medio de ellos, edificaba su Obra. Así se ve en el capítulo 2 de Efesios.
19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
En otro pasaje, un poco más adelante, en el capítulo 4, recalca en los términos siguientes:
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Destacando no sólo la existencia de estos ministerios, sino su trascendencia e importancia respecto de la congregación misma.
Ahora bien, es necesario precisar que es un método deliberado de parte de Dios, el seleccionar Él mismo un ser, un corazón, para ejercer la dirección o el liderazgo delante del pueblo.
Incontables son los ejemplos que hallamos en el Antiguo Testamento, como por medio de Abraham, Isaac, Jacob o José, en sus días, el Dios Creador dirigía y se manifestaba al pueblo.
Pero posteriormente no fue diferente, sino que vinieron Moisés, Josué, Gedeón, Sansón, Débora y muchos jueces, profetas o reyes, que tuvieron la misión de gobernar, dirigir u orientar las acciones en relación con los escogidos de Dios.
En el Nuevo Testamento encontramos que también ello fue así, pues el Señor nuestro Dios escogió a Pedro para que presidiese el ministerio ante los judíos, y por su parte, hizo de idéntica manera con Pablo para que ejerciese tal labor, respecto de los gentiles.
Hablando de estas cosas, el apóstol Pablo relató lo siguiente en 1 de Timoteo, en su capítulo 2.
7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.
Y ahondando todavía mucho más en este asunto, en el capítulo 2 de Gálatas, enseña:
7 Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles),
Es claro entonces que, existiendo, como en efecto existían en aquel entonces, muchos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, al punto tal que en algunas iglesias como en la de Corinto, dice la Escritura que nada les faltaba en ningún don, entre todos ellos se distinguía un ser, a quien Dios había llamado, para liderar entre todos.
Así mismo ocurre en nuestro tiempo. La manifestación es completa en la Iglesia, el Espíritu Santo la guía, se cree y se vive el mismo fundamento del apostolado, los profetas y otros ministerios, pero entre ellos, como lo ha hecho desde el principio, Dios escogió, Él directamente, el corazón de quien lidera o dirige los destinos de la Iglesia, llamamiento que fue depositado por el altísimo Dios en la Hermana María Luisa Piraquive, la Sierva del Señor.
Ejemplos de los llamamientos que Dios ha hecho, son muchos. Por ejemplo, cuando le dijo el Señor a Abraham que saliera de su tierra, que dejara atrás a sus parientes, y caminara en pos del camino que Él le mostraría. En Génesis 12 se da cuenta de esta experiencia, y de cómo el patriarca, sin titubear siquiera, obedeció a la voz de Dios.
1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. 4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.
Más adelante, en 1 de Samuel 3, vemos cómo de hermosa manera, y de modo insistente, Jehová Dios hizo su llamamiento al profeta Samuel.
4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.
O cómo le fue revelada la palabra de Dios al profeta Jeremías, según el libro que lleva su nombre en el capítulo 1.
4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Incluso, cuando el apóstol Pablo, relatando ante el rey Agripa la experiencia que tuvo en su primer encuentro con nuestro Señor Jesucristo, indica que él no fue rebelde a la visión por medio de la cual fue llamado, y la atendió al instante, diciéndole a Dios: ¿Qué quieres que yo haga? Así da cuenta de ello Hechos 26.
19 Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, 20 sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
Entonces, gracias a la existencia de ese Llamamiento del Altísimo Señor, de esa escogencia que el Poderoso Dios hace respecto de su Siervo o Sierva, es que Dios respalda, y por lo tanto, resulta innegable la prosperidad, la bendición y el crecimiento de la Iglesia.
El Rol de la Mujer en la Iglesia
Mención especial merece en esta parte, abordar cómo se concibe el rol de la mujer en la Iglesia. Se verifica en varios pasajes de la Biblia, que la mujer, incluso desde la antigüedad, ejercía funciones de gobierno, y posteriormente también en la Iglesia, desempeñó funciones muy representativas.
Ellas, en el Antiguo Testamento, actuaron, como mínimo, en calidad de juezas sobre Israel o profetisas. Débora o Hulda, son casos que registra la Escritura, en Jueces 4 ó 2 de Reyes 22 respectivamente.
4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; 5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.
14 Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.
En el Evangelio, se ve como asunto firme que el Señor nuestro Dios no mira la condición social, el estrato, el sexo de la persona, sino su corazón, para el servicio de Él, en esta clase de funciones. Por eso, en el capítulo 3 de Gálatas, así lo sentencia la Biblia.
26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Además, es singular la recomendación que el Apóstol Pablo, en el capítulo 16 de Romanos, hizo respecto de la hermana Febe, quien trabajaba como diaconisa de la Iglesia en Cencrea, lo cual da a entender que tenía muchos dones espirituales y funciones en la Iglesia.
1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; 2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.
Pero destaca también a otras mujeres en el Evangelio, en la misma carta, en los versos siguientes, como a Priscila o a María
3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,
6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
12 Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amadaPérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.
15 Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos.
Si Ellas, o también Trifena, Trifosa, Pérsida, Julia y la hermana de Nereo no hubiesen sido servidoras de Dios imponiendo manos, dando profecía, enseñando la Doctrina, obrando sanidades, entre muchas otras funciones, el Apóstol no las hubiera mencionado en su carta.
Una Iglesia Universal para Todos
Traigamos a la memoria una vez más, el pasaje que hace poco mencionamos en el que el Apóstol Pablo, dirigiéndose a la Iglesia de Galacia, aclaraba que no había tipo alguno de diferenciación o discriminación, respecto del acceso al Evangelio Completo del Reino de los Cielos.
26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Así las cosas, no sólo es claro que las puertas de la Iglesia han de estar abiertas para hombres y mujeres por igual, sino que no cabe el hacer acepción de personas, en razón de sus creencias previas, de su color de piel, de su comunidad, su pueblo o su origen territorial, de su condición económica, de sus capacidades físicas o intelectuales, de su ideología, de su modo de pensar, o de su orientación sexual. Para todos, sin excepción, es la posibilidad de acercarse a la Fe en Cristo Jesus, en el Espíritu Santo, en el Padre, en el Único Dios Verdadero.
Recordemos que el sacrificio del Señor, en la cruz del Calvario, consiguió, eliminar esa separación preexistente, por la cual también estuvo la humanidad excluida de ser pueblo de Dios, como bien lo reitera Efesios 2.
13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
Entonces, sea cual sea nuestra condición, la Iglesia se ofrece Universal para Todos, en este tiempo, gracias al Obrar del Señor Jesús, a su único y perfectísimo sacrificio, al trato directo de Dios con los creyentes, que día a día se pone en evidencia, gracias al Llamamiento y al Respaldo de Dios.
Nos corresponde, a cada uno de nosotros entonces, aprovechar la oportunidad, valorar lo que Dios hace en medio nuestro, disponernos para Él, y dedicarnos a Él, para abrir la puerta de nuestro corazón, al llamado del Señor, como también Él lo anunció en Apocalipsis 3. Tengamos, pues, oídos para oír, y oigamos.
20 He aquí,yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
El Bautismo en Agua
Creemos en la doctrina del bautismo en agua, pues se trata de uno de los mandamientos con un muy profundo significado espiritual, al que el mismo Señor Jesús hizo referencia, como se observa en Mateo capítulo 28
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
El creyente debe tener la capacidad y la madurez suficientes, para tomar la decisión de mandarse bautizar en agua. El Señor, en Marcos 16 demanda que es necesario creer, por lo cual, un recién nacido, un bebé, o un niño, al no saber con exactitud la dimensión del acto que está realizando, no es sujeto de este bautismo.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
La bendición de ellos, de los niños, está salvaguardada por el Señor, según 1 de Corintios 7, por la dedicación de sus padres a Dios, entre tanto que empiezan a ser responsables delante de Dios y a tener la madurez necesaria que demanda el Creer en Cristo.
14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.
Respecto de ellos, entonces, lo que corresponde en la Iglesia es seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesús, que siendo niño, fue traído al templo para ser presentado. Este pasaje lo encontramos en el capítulo 2 de Lucas.
25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
O incluso, cuando Jesucristo mismo, presentó algunos niños ante Dios, en Mateo 19
13 Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. 14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.
Ahora bien, mediante el acto del Bautismo en Agua, el creyente, simbólicamente, muere, es sepultado y resucita juntamente con Nuestro Señor Jesús a una vida nueva. Así lo enseña con hermoso detalle el Apóstol Pablo en las cartas que le dirigiera a los Romanos, en su capítulo 6, y a los Colosenses en el capítulo 2.
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Entonces, sobre el Bautismo en Agua pueden resaltarse varios pasajes de la Biblia, pero refirámonos a esta altura sólamente a lo vivido por la Iglesia en Samaria, según Hechos de los Apóstoles, en su capítulo 8, pasaje en el que se resalta este bautismo, llamándolo “en el nombre de Jesús”, y además, menciona, el Bautismo con el Espíritu Santo.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
Por último, enseña la Biblia que el creyente, al mandarse bautizar en agua, no queda por sí sólo limpio del pecado o de las inmundicias, pero sí se ha comprometido con Dios a vivir mejor, esforzarse por cambiar, y colocar de su parte todo cuanto le sea posible por agradarlo a Él, para que de este modo avance hacia una vida nueva, en perfección, delante de Dios. El Apóstol Pedro así lo indicó en el capítulo 3 de su primera Carta.
21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.
El Bautismo en el Espíritu Santo
En la IDMJI creemos, vivimos y disfrutamos generosamente, de esta experiencia de parte de Dios. Se entendió y se buscó sinceramente desde hace más de 40 años, cuando comprendiendo la enseñanza de los Evangelios, en los cuales aparecía registrada la promesa hecha por el Señor Jesucristo acerca del Consolador, se le pidió al Padre que concediera esta especial bendición en medio de los creyentes, y que hoy, como dijimos, es abundante en la Congregación.
En el capítulo 14 del Evangelio según San Juan, así aparece registrada esa Promesa del Señor Jesús.
16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Este pasaje, tan hermoso, podría perfectamente ser acompañado con el que se reseña en Lucas 11, refiriéndose a la Merced de Dios, concediéndole a los creyentes, que de sincero corazón le pidan, la bendición del Espíritu Santo.
13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
El principio del cumplimiento de estas palabras, lo encontramos relatado en Hechos de los Apóstoles, en su capítulo dos, cuando el Espíritu Santo descendió con poder, y hubo visiones de lenguas como de fuego asentándose en sobre la cabeza de los 120 que se hallaban congregados en el aposento alto.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Si bien allí el hablar en lenguas, que es la señal de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo que concede nuestro Señor Jesucristo, se manifestó en otros idiomas conocidos por la región, la escritura más adelante indica que la experiencia a este respecto consiste en hablar lenguas angelicales que no podemos comprender.
En 1 de Corintios 14, la Biblia enseña a este respecto.
2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.
O en el capítulo 10 de Hechos de los Apóstoles, cuando los judíos vieron con sus propios ojos cómo sobre los gentiles, también era derramada por Dios esa bendición, y cómo hablaban en lenguas y glorificaban a Dios.
44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
Incluso, en el capítulo 19 posterior, cuando Pablo les predicó a los 12 discípulos que encontró en Éfeso.
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Con todo, y como bien lo indica la Escritura recalcándonos que estamos en el último tiempo, la promesa ha sido puesta por Dios en la Biblia, desde la antigüedad, cuando por labios del profeta Joel en el capítulo 2, como ya lo mencionamos antes, así lo hizo saber, para estos días en la Iglesia del Señor
28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Dones Espirituales e Imposición de las Manos
Característica propia de la Iglesia, como lo hemos dicho, es la guianza del Espíritu Santo, su manifestación mediante los dones espirituales, y entre ellos, especialmente el don de la profecía.
Siendo muchos los dones espirituales, y mencionados en numerosos pasajes del Nuevo Testamento, tengamos presente en esta oportunidad, por citar sólo unos pocos ejemplos, el de 1 de Corintios 12.
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Respecto de la ministración o el ejercicio de los dones espirituales, es necesario destacar entre ellos la imposición de las manos, don por medio del cual se hacen evidentes otros dones. Se impone manos por sanidades, por liberación, para hacer milagros o para hacer repartir el bautismo en el espíritu santo.
Esta característica del valor de la Imposición de manos, la resaltaba el apóstol Pablo, cuando en la primera carta que le escribe a Timoteo, en su capítulo 4, le instruye, como también a nosotros hoy.
14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
Nuestro Señor Jesucristo, imponía las manos como consta en Mateo 19.
14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.
Hechos de los Apóstoles, en su capítulo 19, también nos enseña sobre esto, respecto del Apóstol Pablo.
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
De idéntica manera lo hicieron los Apóstoles Pedro y Juan, en Hechos 8.
17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
Entonces, de manera reiterada y sistemática, la Escritura muestra con claridad la existencia, el trabajo y las bendiciones operadas por medio del don de Imposición de Manos.
El Don de la Profecía
Ahora bien, entre todos los dones espirituales, la Escritura es precisa en destacar uno de ellos, el don de la profecía. No cabe duda de lo anterior, cuando se leen detenidamente los primeros versos del capítulo 14 de 1 de Corintios, así.
1 Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. 3 Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. 4 El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. 5 Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
Nos alegramos y nos gozamos entonces en el Señor, por la presencia y por qué no decirlo, de la abundancia del don de la profecía en medio de la Iglesia, cuya vigencia y verdad se pone en evidencia permanentemente no sólo por el cumplimiento de las promesas hechas por Dios mediante este don, sino por los frutos, buenos, que demuestran que es el Creador el que se está manifestando.
Es inmenso ver cómo la enseñanza, o tal vez mejor, la descripción que hiciera Jesús de Nazaret, respecto del obrar del Espíritu Santo, quien relatándole a la criatura lo que Dios Padre y Dios Hijo hablan y piensan respecto de ella, se lo da a conocer por medio del don de la profecía, se vive en la Iglesia.
Nos referimos puntualmente a las palabras dadas por Él, en Juan, capítulo 16.
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
No obstante, viéndose a lo largo del Nuevo Testamento que la Obra Gloriosa del Espíritu Santo por medio de los dones espirituales hacía presencia de manera notable, ésta, aún es desconocida por algunos que niegan su existencia para el tiempo que estamos viviendo.
Cabe entonces preguntarse por qué el Señor Jesús afirmó que se harían después de Él, obras mayores que las hechas por Él. Si es el mismo Dios, y es su misma Iglesia, y si estamos donde Él se manifiesta, y si somos de sincero corazón y le amamos de verdad, pues lo lógico es que se viva, sí, en este tiempo, lo que la Biblia relata acerca de la Iglesia.
Otros más, apelando a que la escritura dice en Mateo 11, pretenden desconocer que el Espíritu Santo se manifieste con el don de la profecía.
13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.
Al interpretar así, se desconocen dos cosas. En primer lugar, que este verso hace referencia a las profecías relacionadas con la primera venida de nuestro señor Jesucristo, cuando siendo Dios, tomó carne y fue uno entre nosotros. Motivo por el cual, respecto de ese hecho no se profetizaría más, y el último que profetizó, sobre este asunto, fue el mismo Juan el Bautista.
Y en segundo lugar, que efectivamente son muchos los pasajes que dan cuenta de la existencia en la Iglesia primitiva, después de la época de Juan el Bautista, del don de la profecía.
Uno de ellos, en primera de Corintios, como antes lo señalamos, pero también en Hechos de los Apóstoles en su capítulo 21.
8 Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.
O en 1 de Timoteo 1
18 Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia,
O 1 de Tesalonicenses 5
20 No menospreciéis las profecías.
A la luz de las Escrituras, es real, válido y presente el Don de la Profecía en este tiempo, en medio de la Iglesia
El Cambio de Vida
No obstante, como también es enseñado por el Apóstol Pablo en Corintios, hay un camino mucho más excelente, que es el camino del Amor, pero ese amor, comprendido en su verdadera dimensión, consistente en hacer la voluntad de Dios y no pecar.
Recordemos que el Señor Jesús les dijo a sus discípulos, que serían llamados amigos de Dios, si hacían lo que Él les mandaba, en el capítulo 15 de Juan.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Pues ya venía enseñándoles al respecto, toda vez que en el capítulo 14 les declaraba, en los siguientes términos.
23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Cuando esto ocurre, cuando se ama a Dios, como Él demanda que se le ame, la persona empieza a apartarse del pecado, nace a vida nueva, se corrige de su mal camino, y da frutos dignos de arrepentimiento.
La meta del creyente es la salvación, alcanzar debe entonces la perfección, y vivir en ella, dedicado a Dios, independientemente de todos los demás asuntos que tenga que atender por razones de su vida, estará agradando a Dios.
En Hebreos 12 se relata esta máxima
14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor
Como también, desde la antigüedad, en el Salmo 24, estuvo presente, en otros términos, el mismo mensaje.
3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
5 El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
Pero este cambio de vida, este andar en perfección, estos frutos buenos, de los que habló el Señor Jesús en los Evangelios, que permiten identificar el corazón del ser, también es reclamado para todos los creyentes, por el apóstol Pablo en Efesios 4.
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Y un poco más adelante, en el mismo capítulo.
22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Y por qué no, también el capítulo 5
1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Todo esto, así como muchas citas más de la Biblia, apuntan hacia el mismo lugar: Que el creyente se conduzca bien, en perfección, en esta vida, para agradar a Dios, y alcanzar la salvación.
Resurrección y No Reencarnación
Por último, como quiera que creemos en la Vida Eterna, en la Salvación que el Señor Concede, se descarta entonces, al tenor también de lo que la Escritura enseña, que exista reencarnación.
Así, en el capítulo 9 de Hebreos, es claro que una sola vida hay en esta tierra, una sola oportunidad, y por lo tanto, una sola muerte física. Una vez esta ocurre, hemos de ser juzgados, quedando unos para vida eterna, mas otros para muerte, condenación y confusión eternas.
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
En similar sentido, y ya para concluir, nos parece menester recalcar que asunto muy diferente es que el Espíritu de Dios obre y se manifieste por medio de los dones espirituales, a que el espíritu de un ser creado, una vez ha muerto, regrese o tenga interacción con los que aún vivimos en este cuerpo.
Esta segunda hipótesis, no es dable a la luz de la Escritura, pues ella bien declara que tras la muerte, quien ha partido no tiene ocasión de regresar a asunto alguno en esta tierra. Por ello, al leerse con detalle la experiencia entre el rico y Lázaro, en Lucas 16, no queda duda al respecto.
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Incluso, por si acaso quedase algún vestigio de duda, no puede pasarse por alto la Biblia, cuando en Isaías 8 enseña, con la misma trasparencia, que los muertos no serán objeto de consulta, para que respondan por los vivos.
19 Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? 20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.
Y nosotros, por el contrario, no sólo queremos que nos amanezca, sino que nuestra luz resplandezca como el medio día, como lo enseña el capítulo 4 de Proverbios.
18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.
La Bendición de la Vida Eterna
En suma, aunque no hayamos hecho cosa distinta que recorrer en estas líneas alguno de los aspectos más básicos, los rudimentos, la leche espiritual de la que se participa en la Iglesia, sin haber tomado ni todas las cosas, ni con la profundidad que cada una merece, basten en esta oportunidad para referirnos pues, a unos temas fundamentales.
Como dice el Predicador en Eclesiastés: El fin de todo el discurso oído es éste, teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
Como ya lo hemos dicho, poniendo en práctica estas cosas, y sobre todo, amando a Dios de todo corazón, y como consecuencia, apartándose el creyente, de modo voluntario y consciente, de toda forma de pecado, habrá arado el campo en pos de la Salvación y de la Vida Eterna.
Disfrutemos pues en la Iglesia de la Obra Redentora de Nuestro Señor Jesucristo, contemplemos el cumplimiento de la promesa hecha por el Hijo, viviendo la Obra Gloriosa del Espíritu Santo en nuestro ser, comprobemos el Evangelio Completo, y caminemos por el seguro sendero en pos de la Salvación, de la Vida Eterna, la meta máxima del creyente.