Testimonios 22 de septiembre de 2023 – IDMJI
22 septiembre, 2023Testimonios 7 de octubre de 2023 – Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional
7 octubre, 2023Testimonios 22 de septiembre de 2023 – IDMJI
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7 octubre, 2023Testimonios 29 de septiembre de 2023 – Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional
Primer testimonio:
Transcripción:
Buenos días, hermanos. Quiero testificar para darle la gloria y la honra al Señor por sus prodigios en mi vida. Pero, principalmente, quiero destacar algo muy importante. Cuando llegué a la Iglesia por primera vez, en ese día, justo ese día, yo estaba pensando en quitarme la vida. El Señor hizo un prodigio en mi vida, algo maravilloso. Colocó a una hermana, una persona a quien ya conocía, pero en realidad no sabía que ella venía a la Iglesia. Fue en ese momento, justo en ese momento, cuando estaba tomando esa triste decisión, esa mañana.
El Señor hizo posible, hermanos, que yo bajara al primer piso de mi casa, donde vivía. Llegué y de repente sentí la necesidad de ir a comprar algo a la tienda. Fue entonces cuando me encontré con esta hermana, y me preguntó: “Paty, ¿por qué estás tan triste?” Yo no le había dicho absolutamente nada, ya tenía mi plan en mente. Pero ese día, ella me invitó a la Iglesia. Así fue como vine aquí, me senté por primera vez y recibí una profecía del Señor que cambió mi vida.
El Señor me dijo que no me quitara la vida. Me quedé impactada porque, en cuestión de horas, nadie sabía nada sobre mi vida ni sobre ese plan que tenía. El Señor me aseguró que mi vida cambiaría, que encontraría alegría y gozo. Algo que me llamó mucho la atención fue que días antes había tenido un pequeño paseo o viaje. Estuve en la orilla de un río y vi algunas piedras hermosas, piedras con colores bonitos. Justo ese día en el paseo, aunque suene absurdo, pensé que si esas piedras tuvieran el poder de cambiar mi vida, le pediría a ellas que lo hicieran. Sin embargo, en la profecía que recibí del Señor, entendí que Él era quien tenía ese poder. Hermanos, testifico todo esto para darle la gloria y la honra al Señor. ¡Es realmente maravilloso! Gloria a nuestro Dios, gloria al Señor.
Segundo testimonio:
Transcripción:
Mi testimonio de hoy destaca lo que dijo la hermana María Luisa. Hace veinticuatro años, llegué a la Iglesia y el Señor me advirtió en una profecía que no podría tener más hijos debido a una maldición que me pusieron en el vientre, pero prometió bendecir mi vientre. Fue un proceso muy duro, pero a medida que avanzaba mi embarazo, el Señor me sostuvo. Tuve a mi hijo en circunstancias difíciles, pero con la gracia de Dios. Incluso cuando los médicos declararon a mi hijo muerto, recordé la promesa del Señor de que resucitaría a ese ser. Lo experimenté cuando, durante el traslado en ambulancia, le pedí al Señor que guardara la vida de mi hijo, y así fue. Mi hijo vive hoy, tiene veinte años y está bendecido. Testifico esto para la honra y la gloria de Dios.
Tercer testimonio:
Transcripción:
Hermanos, buenos días. Esta maravillosa enseñanza que nos brindó el Señor hoy a través de nuestra hermana María Luisa trae a mi memoria un capítulo muy especial que quiero compartir con todos ustedes para la edificación de nuestra iglesia. La hermana María Luisa comenzó la enseñanza hoy comentándonos que lo que el Señor hacía en tiempos pasados, hoy lo repite con cada uno de nosotros, vivos en nuestra Iglesia. Quiero contarles, hermanos, que durante mi carrera profesional, pasé más de veintiocho años sirviendo a esta nación a través de nuestras fuerzas militares, ocupando cargos importantes en ella. Sin embargo, era como Saulo de Tarso, perseguía a los cristianos y no reconocía más que la religión tradicional, tal como nos enseñaron nuestros padres. Defendía estas creencias con vehemencia en los cargos que ocupaba. Pero, hermanos, un día Dios tuvo misericordia de mí y quitando esa ceguera espiritual que tenía. Me trajo a sus atrios y me hizo promesas hermosas. Me bautizó, me dio sus dones y me cambió completamente. Por su infinita misericordia, haría de mí un instrumento honroso. El Señor me transformó, hermanos, y quiero testificar para darle toda la honra, la gloria, el honor y la alabanza al Dios viviente.
Cuarto testimonio:
Transcripción:
El Señor, en su santa profecía, me decía que estaría muy delicada de salud y que enfrentaría una operación de alto riesgo, pero me tranquilizó al decirme que sus manos serían las que me guiarían en lugar de las manos del médico. Y así se cumplió. Llegué a la operación de columna, y el cirujano me advirtió sobre la posibilidad de quedar inválida o en una silla de ruedas. Sin embargo, yo confiaba en la promesa del Señor y en Su palabra. Durante la cirugía, sorprendidos quedaron los médicos cuando, contra todo pronóstico, me levanté de la camilla y caminé hacia la cama por mi cuenta. Esto demostró que la palabra del Señor se cumplió, y comparto mi testimonio para glorificar el nombre de mi Padre celestial. ¡Gloria a Dios!